Hoy toca reflexionar, como casi siempre, y echar un vistazo atrás para hacer balance de lo bueno y malo como decía
MECANO.
Es 25 de diciembre, es
Navidad y aunque lo lógico sería hacer este balance el último día del año, parece que, de una u otra forma, se ha institucionalizado hacer esta reflexión en estos días. Quizá sea porque el día 24 tiene lugar el tradicional discurso del rey, porque son unas fechas en las que todos o casi todos modificamos nuestro habitual día a día o porque la tradición así lo recomienda.
Muchas cosas han sucedido en este 2010 y hoy se me antoja darle una vuelta de tuerca a mi memoria para compartirlas con vosotros. Pero para que nadie me acuse de manipulador, aviso a navegantes que voy a relatar aquellos aspectos significativos, y en su mayor parte positivos, puesto que cada día más, me considero un ser positivo con la mirada hacia adelante que por su retrovisor vigila los buenos recuerdos para no perderlos de vista.
El 2010 comenzó con cambios. Las buenas noticias de la resolución quirúrgica de mi madre dieron paso al más que feliz nacimiento de mi hija. La incipiente crisis económica hacía mella y en lo laboral me tocaba enfrentarme a un nuevo y difícil reto que, en éstas fechas, creo haber resuelto más que satisfactoriamente. Pasaron los meses y "El Glorioso" recuperó su estatus de "grande" en una mágica noche del mes de mayo, proclamándose
Campeón de la UEFA Europa League después de sufrir en varias eliminatorias y de sobrepasar una final de infarto.
Junio trajo al ¿pequeño? Jaime al mundo. Julio nos hizo tocar la Gloria con aquel
golazo de Iniesta que nos regaló ese preciado
trofeo de oro que siempre veíamos por televisión. Agosto me acercó a la maravillosa isla de Menorca y, tocando ya su final, la costa azul monegasca volvió a situar al
Atlético entre los grandes de Europa tras vencer al super Inter de Mourinho que lo había ganado todo. Septiembre nos colmó de alegría en la boda más rápida de la Historia y nos entregó la cara más amable de una familia política. Octubre trajo consigo las toses y los mocos, las noches sin dormir, las fiebres y los llantos que continuaron hasta bien entrado noviembre, y que nos sorprendió en sus últimos días con una manita de nieve blanca el mismo día en que los madridistas recibían un duro revés con otra
manita menos agradable...
Y así, como quien no quiere la cosa, estamos ya en diciembre, sin haber mencionado la multitud de personas que han llamado a mi puerta para ver si entre alguno de mis contactos podía ofrecerles algún tipo de empleo, una vez que habían pasado a formar parte de los más de cuatro millones y medio de desempleados de este bendito país. Mi satisfacción personal es haberlo intentado con muchos, haberlo conseguido con algunos y seguir intentándolo con todos aquellos que vean en mí un alma cándida capaz de echar una mano a quien lo necesita.
Y de repente, llega otra vez la Navidad. Vuelven los buenos deseos, las buenas intenciones, el buenrollismo, los propósitos y las celebraciones. Cada vez son menos los que la celebran pensando en la tradición y cada vez son más los que de una u otra forma le dan su toque especial para que sea distinta. No nos ha faltado el anuncio de El Almendro, el tradicional Belén ni la siempre prometedora lotería que nunca nos hace millonarios. Las Redes sociales y la crisis han hecho perder la tradición de los ya habituales sms que ya sustituyeron a los christmas. Los regalos de empresa se han vuelto invisibles y las tradicionales cañas o cenas de navidad se han visto reducidas por uno u otro motivo.
Pero mucho antes de todo esto, cuando yo era pequeñito, las navidades siempre eran muy especiales. El tradicional concurso de villancicos del colegio daba el pistoletazo de salida a más de dos semanas de vacaciones que ofrecían multitud de posibilidades de pasarlo bien. Aunque las notas de la segunda evaluación no hubieran sido buenas, lo normal era salir, jugar con los amigos, tirar algún que otro petardo y disfrutar de largas estancias en casa jugando con mis hermanos. Recuerdo que en mis años mozos todos disfrutábamos ayudando a mi padre a poner el Belén y el árbol de navidad, con sus bolas, sus estrellas, sus luces y su espumillón. Recuerdo jugar al "Infierno" con la Tía Manolita y sus tradicionales bromas del Día de los Inocentes.
Los años fueron pasando y el día 24 pasó de ser el día en que nos quedábamos a jugar con los regalos de Papá Noel al día en el que te tomabas cañas con los amigos a la hora del aperitivo, llegabas un poco canica a casa, cenabas y volvías a salir porque el 24 también se salía!!!
Ahora que somos mayores, volvemos la mirada atrás recordando todo aquello. Hemos pasado de escuchar en silencio el discurso del rey para que lo oyera mi abuelo Alfonso, a escucharlo por la radio de camino a casa de mis padres. Hemos pasado de ser un montón, a ser unos poquitos menos porque algunos ya no están y porque ahora toca "repartirse". Pero lo que no se ha perdido es la ilusión de mis padres por prepararlo todo, por poner el árbol (este año es el primero de plástico de toda mi vida), por poner las luces (los papá noeles tienen más de treinta años y siguen luciendo a la perfección como el primer día), y por compartir con ilusión el tradicional momento en que Papá Noel deja sus regalos (lo especial de esta vez ha sido la alegría y la sorpresa de Pablo).
Pero en fin, desde aquí quiero dar gracias a Dios (porque hoy lo que celebramos es el nacimiento de Jesús), por haberme dado esta familia, por mantenerme medianamente lúcido para no olvidar todo aquello, por haberme entregado un 2010 lleno de buenos momentos que quedarán grabados en mi memoria y por haberme ayudado a descubrir esta nueva tecnología llamada BLOG que me ayuda a perpetuarme y a compartir con vosotros estas pequeñas historias...
Ah!!!! y si alguien esta dispuesto a regalarme algo, que escriba un comentario, que siempre se agradece...
Buenas noches a todos y FELIZ NAVIDAD de vuestro amigo el "tradicional"
#petertamayo @petertamayo