14 de mayo. Lunes atípico. Martes "San Isidro" y fiesta en Madrid. Nueve de la noche y mucho calor en el Arteria Coliseum. El teatro está abarrotado con un público muy variopinto en lo que a edad se refiere. Es mi primer concierto acústico y no me hago una idea de lo que va a dar de si lo de estar sentadito sin moverte durante una hora y media.
Comienza a sonar #enlaplaya y se va haciendo un repaso por todos los temas de éste último álbum. Aparece en escena Álvaro Urqujo, después sale Bebe, más tarde Leiva y poco a poco la gente empieza a levantar las posaderas para ponerse de pie.
De repente... ¡descanso!. Tiempo suficiente para visitar el bar, o mejor dicho, para hacer cola ante una barra atestada de gente con idea de poder ingerir un refrigerio. Llega mi turno y debo conformarme con dos coca-colas porque el grifo de la cerveza no funciona adecuadamente.
Vuelvo a mi asiento. Se acaba el acústico y llega el Rock & Roll. Suenan temas de siempre y algunos quizá más olvidados: Marta tiene un marcapasos, cayó la bomba fétida, visite nuestro bar...
En definitiva, más de dos horas de concierto donde puedes deleitarte con casi treinta temas de esos que nunca te cansas de escuchar.
Sin olvidarme de la aparición estelar de Santiago Segura cantando Venezia a cappella, me despido con un relato breve que resume algunas otras piezas que también sonaron
Aunque me pase la vida diciendo "dejad que las niñas se acerquen a mi", el ataque de las chicas cocodrilo me deja temblando si no te tengo a ti.
No se lo que soy yo para ti, pero me siento bien y ahora se que no te escaparás. Si seguimos así, estoy convencido de que voy a pasármelo bien. Seré tu Indiana un minuto nada más, te montaré en mi coche y con un par de palabras te diré te quiero. Te pediré que te sueltes el pelo y luego si quieres... nos iremos a Venezia