PETERTAMAYO

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Desarrollo personal, físico y mental (acompañado de vivencias, historias, experiencias y RECUERDOS!!!)

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miércoles, 21 de diciembre de 2011

LOS REYES MAGOS

Hace ya algún tiempo recibí un correo con una historia muy bonita que, además de ser un buen ejemplo, sirve como solución a ese momento crítico que todo niño vive cuando llega a una edad determinada y comienza a cuestionarse ciertos aspectos de la vida.

Desgraciadamente desconozco al autor, pero sirva esta extensión pública para transmitirle mi agradecimiento y mi enhorabuena por saber explicar de forma sencilla lo que a priori parece una tarea ardua, dura y difícil.

Espero que la disfrutéis!!!


Los Reyes Magos son verdad


Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta, en voz algo baja, como con miedo, le dijo:

- ¿Papá?
- Sí, hija, cuéntame.
- Oye, quiero... que me digas la verdad.
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... -titubeó Blanca.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen.

Respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

-Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por, una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el Portal:

- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes..., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo el Niño-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.-
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, Yo ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño.

Y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, los tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Mi Tradicional mensaje de Navidad

Hoy toca reflexionar, como casi siempre, y echar un vistazo atrás para hacer balance de lo bueno y malo como decía MECANO.
Es 25 de diciembre, es Navidad y aunque lo lógico sería hacer este balance el último día del año, parece que, de una u otra forma, se ha institucionalizado hacer esta reflexión en estos días. Quizá sea porque el día 24 tiene lugar el tradicional discurso del rey, porque son unas fechas en las que todos o casi todos modificamos nuestro habitual día a día o porque la tradición así lo recomienda.
Muchas cosas han sucedido en este 2010 y hoy se me antoja darle una vuelta de tuerca a mi memoria para compartirlas con vosotros. Pero para que nadie me acuse de manipulador, aviso a navegantes que voy a relatar aquellos aspectos significativos, y en su mayor parte positivos, puesto que cada día más, me considero un ser positivo con la mirada hacia adelante que por su retrovisor vigila los buenos recuerdos para no perderlos de vista.
El 2010 comenzó con cambios. Las buenas noticias de la resolución quirúrgica de mi madre dieron paso al más que feliz nacimiento de mi hija. La incipiente crisis económica hacía mella y en lo laboral me tocaba enfrentarme a un nuevo y difícil reto que, en éstas fechas, creo haber resuelto más que satisfactoriamente. Pasaron los meses y "El Glorioso" recuperó su estatus de "grande" en una mágica noche del mes de mayo, proclamándose Campeón de la UEFA Europa League después de sufrir en varias eliminatorias y de sobrepasar una final de infarto.
Junio trajo al ¿pequeño? Jaime al mundo. Julio nos hizo tocar la Gloria con aquel golazo de Iniesta que nos regaló ese preciado trofeo de oro que siempre veíamos por televisión. Agosto me acercó a la maravillosa isla de Menorca y, tocando ya su final, la costa azul monegasca volvió a situar al Atlético entre los grandes de Europa tras vencer al super Inter de Mourinho que lo había ganado todo. Septiembre nos colmó de alegría en la boda más rápida de la Historia y nos entregó la cara más amable de una familia política. Octubre trajo consigo las toses y los mocos, las noches sin dormir, las fiebres y los llantos que continuaron hasta bien entrado noviembre, y que nos sorprendió en sus últimos días con una manita de nieve blanca el mismo día en que los madridistas recibían un duro revés con otra manita menos agradable...
Y así, como quien no quiere la cosa, estamos ya en diciembre, sin haber mencionado la multitud de personas que han llamado a mi puerta para ver si entre alguno de mis contactos podía ofrecerles algún tipo de empleo, una vez que habían pasado a formar parte de los más de cuatro millones y medio de desempleados de este bendito país. Mi satisfacción personal es haberlo intentado con muchos, haberlo conseguido con algunos y seguir intentándolo con todos aquellos que vean en mí un alma cándida capaz de echar una mano a quien lo necesita.
Y de repente, llega otra vez la Navidad. Vuelven los buenos deseos, las buenas intenciones, el buenrollismo, los propósitos y las celebraciones. Cada vez son menos los que la celebran pensando en la tradición y cada vez son más los que de una u otra forma le dan su toque especial para que sea distinta. No nos ha faltado el anuncio de El Almendro, el tradicional Belén ni la siempre prometedora lotería que nunca nos hace millonarios. Las Redes sociales y la crisis han hecho perder la tradición de los ya habituales sms que ya sustituyeron a los christmas. Los regalos de empresa se han vuelto invisibles y las tradicionales cañas o cenas de navidad se han visto reducidas por uno u otro motivo.
Pero mucho antes de todo esto, cuando yo era pequeñito, las navidades siempre eran muy especiales. El tradicional concurso de villancicos del colegio daba el pistoletazo de salida a más de dos semanas de vacaciones que ofrecían multitud de posibilidades de pasarlo bien. Aunque las notas de la segunda evaluación no hubieran sido buenas, lo normal era salir, jugar con los amigos, tirar algún que otro petardo y disfrutar de largas estancias en casa jugando con mis hermanos. Recuerdo que en mis años mozos todos disfrutábamos ayudando a mi padre a poner el Belén y el árbol de navidad, con sus bolas, sus estrellas, sus luces y su espumillón. Recuerdo jugar al "Infierno" con la Tía Manolita y sus tradicionales bromas del Día de los Inocentes.
Los años fueron pasando y el día 24 pasó de ser el día en que nos quedábamos a jugar con los regalos de Papá Noel al día en el que te tomabas cañas con los amigos a la hora del aperitivo, llegabas un poco canica a casa, cenabas y volvías a salir porque el 24 también se salía!!!
Ahora que somos mayores, volvemos la mirada atrás recordando todo aquello. Hemos pasado de escuchar en silencio el discurso del rey para que lo oyera mi abuelo Alfonso, a escucharlo por la radio de camino a casa de mis padres. Hemos pasado de ser un montón, a ser unos poquitos menos porque algunos ya no están y porque ahora toca "repartirse". Pero lo que no se ha perdido es la ilusión de mis padres por prepararlo todo, por poner el árbol (este año es el primero de plástico de toda mi vida), por poner las luces (los papá noeles tienen más de treinta años y siguen luciendo a la perfección como el primer día), y por compartir con ilusión el tradicional momento en que Papá Noel deja sus regalos (lo especial de esta vez ha sido la alegría y la sorpresa de Pablo).
Pero en fin, desde aquí quiero dar gracias a Dios (porque hoy lo que celebramos es el nacimiento de Jesús), por haberme dado esta familia, por mantenerme medianamente lúcido para no olvidar todo aquello, por haberme entregado un 2010 lleno de buenos momentos que quedarán grabados en mi memoria y por haberme ayudado a descubrir esta nueva tecnología llamada BLOG que me ayuda a perpetuarme y a compartir con vosotros estas pequeñas historias...
Ah!!!! y si alguien esta dispuesto a regalarme algo, que escriba un comentario, que siempre se agradece...
Buenas noches a todos y FELIZ NAVIDAD de vuestro amigo el "tradicional"

#petertamayo @petertamayo