PETERTAMAYO

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Desarrollo personal, físico y mental (acompañado de vivencias, historias, experiencias y RECUERDOS!!!)

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sábado, 9 de octubre de 2010

UNA LECCIÓN DE MIEDO


El pasado viernes 8 de octubre había quedado para comer con dos buenos amigos puesto que hacía muchos meses que no coincidíamos los tres juntos. Entre otras cosas, teníamos que hablar del verano, de los entrenamientos, de los cursos, de los exámenes, de los viajes...

Pero, sin tener ni idea de lo que me esperaba, me encontré sentado a la mesa con un grande entre los grandes.

Miguelo nos había reservado la sorpresa hasta el último instante y Cristina y yo nos quedamos boquiabiertos al ver que se trataba del Maestro Alain Sailly. Y digo Maestro porque una vez más me demostró que es todo un Maestro con mayúsculas dentro y fuera del tatami. Para quien no conozca su trabajo, le recomiendo que lea este breve resumen de Joaquin Villalta o que busque en youtube. Y si además es practicante de cualquier Arte Marcial le recomiendo que haga lo imposible por entrenar al menos una vez con él.

Si no recuerdo mal, la primera vez que supe de su existencia fue hacia el año 1994 gracias a unos videos que me prestó mi amigo Álvaro Jimenez que mostraban secuencias espectaculares de un seminario que habia tenido lugar en España. Años más tarde, mi maestro Jesús Fernández estuvo entrenando con él y con Bryan Cheek y volvió hablando maravillas.

Creo que fue en 1998 cuando tuve oportunidad de entrenar con él por primera vez en un seminario que impartió junto a Kyoshi John Therien y desde entonces, han sido varias las ocasiones en las que he podido disfrutar de sus enseñanzas. Además tuve ocasión de entrevistarle (a través de Jesús) para la publicación de mi artículo en la revista Dojo en diciembre de 2005.

Siempre ha demostrado una plasticidad y una elegancia propias de un artista, siempre se ha preocupado por todos quienes estaban presentes en el tatami sin distinguir entre altos grados o principiantes y siempre ha mostrado su mejor sonrisa fuera cual fuera la situación.

Es de esas personas a las que da gusto ver y escuchar. Durante la comida le mencioné mi éltima entrevista al Maestro Mc Carthy y le comenté que cuando le conocí, me recordó mucho a él.

El encuentro fue estupendo, la comida espectacular y los momentos de risas y bromas maravillosos. Puede decirse que se trató de un "momento para el recuerdo" de esos que tanto me gusta rememorar y que quizá aparezca en próximos post.

Pero sobre todas las cosas, quiero compartir con vosotros una anécdota. Durante la conversación, Cristina le preguntó sobre sus experiencias en el mundo de la competición y sobre su relación con el miedo. El maestro nos recordó una de sus primeras competiciones en Judo cuando tenía aproximadamente 12 años. Su abuela le llevaba en coche cuando, cerca del estadio, estando parados en un semáforo, unos cuantos chicos muy grandes con cara casi de "terroristas" o "asesinos" cruzaron delante de su coche. Su abuela le comentó algo asi como "si te toca con uno de éstos estas perdido". Entraron en el estadio y al poco rato se escuchó su nombre y el de su adversario para que entraran a combatir al tatami. Al entrar, no podía creerlo porque su rival era uno de los chicos que había visto en el semáforo. Tragó saliba, miró a su abuela que estaba sentada en la grada y recibió el típico gesto que yo interpreté como cualquier cosa menos un poco de ánimo. Algo así como "te vas a enterar" o "vaya suerte que has tenido".

Comenzó el combate y, tras unos instantes de dudas, se sobrepuso a su miedo y después de unas cuantas técnicas, consiguió vencer el combate.

Quizá para alguno de vosotros esta anécdota no tenga mayor trascendencia pero, como a mi me gusta extrapolarlo todo a otros ámbitos de la vida (sobretodo algunos aspectos positivos de las Artes Marciales), yo lo tomé como una nueva lección para enfrentarnos a nuestros miedos y como un motivo para no dar nada por perdido ni tirar la toalla antes de tiempo, aunque la situación tenga toda la pinta de que no se va resolver a nuestro favor.

Desde aquí quiero agradecer a mi amigo Miguelo esa "grata sorpresa", agradecer al maestro que compartiera tan gustosamente sus experiencias con nosotros y espero que pronto podamos volver a repetirlo.